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lunes, 5 de marzo de 2012

Aída y las fallas.


Me refiero a la serie de televisión.

Se dice que un anuncio de televisión es un “anuncio caníbal” cuando la realización del anuncio anula lo que anuncia y todo el mundo recuerda la publicidad pero no recuerda lo que anuncia. Es un fenómeno que sucede de vez en cuando. Por ejemplo, mirad la foto de arriba: ¿Alguien ha mirado antes a la moto?

La serie Aída, que vemos en un canal de televisión, ha estado varias temporadas en antena sin la protagonista que da nombre a la serie. Es decir, que la que en un principio estaba llamada a ser la que llevara la voz cantante de la serie, se convirtió en una parte mas que tenía el mismo (o a veces menor) tiempo en antena que los que les acompañaban (El Luisma, el Baraja, Mauricio, la Lore y la Macu, etc).

Pues algo parecido está pasando en las fallas. Y me explico. Lo que en principio está orientado a plantar una falla y quemarla, ha ido derivando en varios sentidos que, aparte de engrandecer el motivo inicial, hace que se mantenga económicamente con los que no les gusta las fallas pero si lo que les rodea.

Actos, falleras mayores, indumentaria, pirotecnia, literatura fallera, concursos y un largo etc. han convertido la fiesta en un conglomerado que dura todo un año en el que la falla se ha convertido en una excusa para mover alrededor de ella estos elementos que, me atrevería a decir, son los que han permitido que las fallas se sigan plantando con la espectacularidad que lo están haciendo ahora.

Así vemos como lo que en principio era lo importante se ha convertido en una cosa mas. Eso si, sobre la que ronda lo demás, pero una cosa más, aunque (y menos mal) sea imprescindible.

Vemos como las “peinetas”, todo lo relacionado con las falleras mayores de las comisiones, o las cortes de honor y falleras mayores de Valencia, interesa a casi todos. Y los más melancólicos siguen pidiendo un protagonismo a las fallas que se ha visto desbancado en buena medida por el interés general.

Las cosas son como son. No hay otra. No se puede remar contra corriente y hay que ser positivos. Sin el interés que despiertan las “peinetas” a lo mejor no se sustentarían grandes obras de arte como las de Especial, por ejemplo. Pues para que haya Fallera Mayor tiene que haber falla. Y eso es lo que está muy anclado en las fallas.

Por tanto, que no se padezca tanto por parte de los “monumentalistas” y la unión de las dos cosas más todo lo que he nombrado arriba permite seguir disfrutando a cada uno de lo que le gusta.

Entiendo lo que se dice. Estoy de acuerdo totalmente. Pero pienso que no hay que lamentarlo. Puede que para que se ame las fallas hay que darlas a entender desde bien pequeños. Yo ya conté una vez lo que me pasó, que no olvidaré nunca, que hizo que durante un tiempo me despreocupara de la falla como tal.

Por eso la convivencia es la que hay y por mucho que queramos hacer, a la gente le gusta lo que le gusta. Y puede que, como en la serie de Aída, las fallas se sigan llamando fallas pero sea lo que a menos gente le interesa durante el año. Eso si, que no se deje de plantar una falla que entonces arde Roma. Bueno, el romanticismo queda aún y eso es bueno para las FALLAS, es decir, para el monumento durante la semana fallera.

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