Pienso que es una oportunidad de oro viendo lo sucedido en
Galicia y en el País Vasco.
Las fallas, y por extensión Valencia, tuvieron su mejor
momento en tiempos de González Lizondo que recogió la voluntad de una parte del
pueblo valenciano y supo que era lo mejor para las fallas. Desde su ausencia, nos hemos quedado algo huérfanos, mejor,
bastante huérfanos.
No tenemos un referente político que defienda las fallas “sin
complejos” y durante todo el año. No tenemos políticos que defiendan las fallas
incondicionalmente ante “sus jefes”. Y no me refiero a Rita Barberá ni a Paco
Lledó. Hablo de políticos de más arriba, autonómicos y nacionales que nos
defiendan “de verdad”.
Hemos visto como concejales del Ayuntamiento de Valencia
obran sin tenernos en cuenta más que en las mascletás para salir en las fotos y
“chupar alcachofa” .
Hemos visto como nos ningunean desde el propio jefe de la
Generalitat.
Hemos visto como nos vienen desde Madrid y Bruselas leyes
que no nos tienen en cuenta para nada sea gobierno del PP o del PSOE.
Hemos visto tantas cosas en los políticos en general que las
fallas están cada día más cansadas. Tema de los casales, pirotecnia, no tener
en cuenta nuestra excepcionalidad…
Si un partido ya instalado dejase de estar en “tierra de
nadie” abrazara las señas de identidad valenciana, permitiera y apoyara la “doble
forma de hablar valenciano” y encima defendiera con uñas y dientes “todo lo
valenciano” se llevaría un buen bocado del electorado cansado de historias y políticos
corruptos. (Aunque esto último parece ya como si fuera inherente a la clase política).
Pero bueno, siempre hay que pagar un peaje. No es que me conforme, si no que es
un riesgo que tenemos que asumir. Luego las leyes actuarán contra los
corruptos.
Si un partido de verdad apoyara las fallas, pero todas, las
de siempre y las innovadoras y se dejara de vitolas de “fallas franquistas” y
de “fallas tal” estoy seguro que cogería un buen puñado de votos que le
permitirían poner en primera línea de la política a Valencia a nivel autonómico
y nacional sin tener que hacer el ridículo en Madrid.
Si un partido apoyara a Valencia con sus diferencias, aceptándolas
todas y permitiendo que cada uno hable como quiera pero respetando la
diferencia con otros idiomas de otras comunidades vecinas, crearía un nicho
para que el voto del desencanto repose durante un tiempo en sus filas.
Si un partido utilizara su tiempo en construir para Valencia
en lugar de destruir la oposición (se va destruyendo sola, esta faena se la
hacen) podría llegar a cotas poco imaginables para ellos.
Probar no cuesta nada, ¿verdad?
En todo esto hay una cuestión innegociable: las señas de
identidad valencianas, las de siempre.
A quien corresponda.
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